viernes, 17 de marzo de 2017

Los "dreamers" y la pesadilla de los jóvenes mexicanos



 http://noticieros.televisa.com/ultimas-noticias/eeuu/2017-02-06/los-dreamers-se-organizan-ante-la-amenaza-de-deportacion/


Desde el triunfo de Donald Trump, el gobierno mexicano ha centrado su atención principalmente en la estabilización de la economía mexicana y en el conflicto que provocará la deportación de los mexicanos que ingresaron de forma ilegal a los Estados Unidos. Aunque todas estas medidas parecen adecuadas a simple vista, hay un par de factores que pueden pasar desapercibidos a quienes no analicen a fondo las acciones del gobierno mexicano.

Respecto de la estabilización de la economía mexicana, debemos recordar que en términos de economía existen dos rubros: la macroeconomía y la microeconomía. En términos muy simplistas, la primera se refiere a la economía de un país a grande escala, es decir, se refiere a la riqueza del país en relación con la de otros países. Y la microeconomía, a grandes rasgos, se relaciona con la riqueza de los individuos de ese país. A pesar de que ambas se encuentran estrechamente relacionadas, en ocasiones se puede sacrificar una, para aumentar la otra.

En el caso de las medidas adoptadas por el gobierno mexicano, al enfocarse principalmente en la estabilización del peso frente al dolar, han afectado gravemente el bolsillo de los que vivimos en México, es decir, se han centrado tanto en la macroeconomía, que han descuidado la microeconomía. Obviamente, esto significa que los precios de muchos productos y servicios han aumentado lo suficiente para no ser costeables por ciertos sectores de la población. Y evidentemente, esto es un error de cierta gravedad, porque la estabilización del peso frente al dolar no necesariamente implica que los precios vayan a bajar nuevamente.

Sin embargo, lo que más preocupa y enoja a cierto sector de la población es la atención desmedida que se le está dando a los "dreamers"; aquellos jóvenes mexicanos de nacimiento, que emigraron hacia Estados Unidos desde muy pequeños con sus padres, persiguiendo el "sueño americano". 

No hay medio informativo que no dedique un espacio considerable a las historias de los dreamers, ya sea por las vejaciones que sufren a manos de la policía estadounidense, o bien para mostrarnos las mil y un virtudes de estos jóvenes que tienen un marcado acento y que uno no identificaría fácilmente como mexicanos.

El gobierno se enorgullece de estar ideando e incluso legislando para implementar planes de apoyo para los dreamers, los cuales van desde becas en universidades públicas e incluso privadas de alto prestigio, hasta la creación de empleos específicamente para estos jóvenes que, sinceramente, ni son mexicanos ni son estadounidenses.

Evidentemente, entre algunos jóvenes mexicanos que residen en el país, se ha empezado a despertar una ola de inconformidad y enojo con el gobierno, porque es bien sabido que la tasa de desempleo entre los jóvenes mexicanos es alta; las oportunidades de empleo son escasas y poco convenientes, porque los empleadores exigen experiencia comprobable que muchos jóvenes recién egresados de la universidad obviamente no tienen, a cambio de salarios completamente desproporcionados en relación con las exigencias del empleador. 

Pero más allá, existen muchos jóvenes mexicanos que, debido al pésimo sistema educativo de nuestro país y a la poca capacidad de las universidades públicas mexicanas, no alcanzan un lugar dentro de estos centros de educación profesional, mientras que las universidades privadas son incosteables para muchas familias mexicanas que se ven obligadas a enviar a sus hijos a trabajar desde muy jóvenes para ayudar con los gastos familiares.

Ni qué decir de las comunidades rurales, donde los centros de educación básica se encuentran en condiciones deplorables, carentes de presupuesto y de recursos idóneos para preparar jóvenes listos para ingresar a la educación superior o para incorporarse a la clase trabajadora. En resumen: las oportunidades de los jóvenes mexicanos que residen y siempre han permanecido en el país, son muy limitadas.

 http://www.animalpolitico.com/2011/11/contrastantes-niveles-de-escolaridad-en-el-pais-inegi/


Y aún así, el gobierno mexicano está favoreciendo e incluso privilegiando a los dreamers; a esos jóvenes que prefirieron escapar del país y entregar sus capacidades y sus dones a una nación que hoy les da la espalda. Quizá muchos de esos jóvenes ni siquiera tuvieron la posibilidad de escoger, sino que fueron desarraigados de su nación por las decisiones de sus padres, pero la realidad es que no hay razón alguna para darles los privilegios que se pretende otorgarles, no a costa de quitárselos a los mexicanos que residen en el país y que se enfrentan a múltiples obstáculos para abrirse paso por la vida, gracias a un gobierno que se ha olvidado de ellos.

Hay quien dice que le debemos a los dreamers todas estas oportunidades, que el gobierno sólo les está compensando la negligencia que los llevó a migrar hacia el vecino del norte. Sin embargo, hay millones de niños y jóvenes mexicanos a los que se está dejando en el olvido por reparar el supuesto daño a los dreamers. ¿Cuándo les compensarán a ellos la negligencia, la falta de apoyo, la discriminación?

En este mismo sentido, no hay que olvidar que, independientemente de las razones por las cuales muchas familias mexicanas deciden migrar hacia Estados Unidos de forma ilegal, hay leyes en materia de migración que esas familias no respetaron y que eso es precisamente lo que los pone en peligro de ser deportados. Tampoco hay que olvidar que muchos delincuentes migran ilegalmente hacia el país del norte, escapando de la justicia mexicana o para dirigir desde allá sus negocios delictivos.

Me parece injusto y a la vez contraproducente, implementar programas de apoyo para los migrantes que sean regresados a México desde Estados Unidos, porque al favorecerlos de esta manera, el gobierno mexicano está enviando el mensaje de que no importa que no se respeten las leyes migratorias; es más, es necesario actuar de manera completamente ilegal para que el gobierno nos apoye. 

Desde mi personal punto de vista, el gobierno de Trump tiene todo el derecho de permitir la permanencia en su país a quien crea conveniente y expulsar a quien no haya cumplido con las leyes, ya sean las leyes penales o incluso las de migración. Si cualquier persona rompe las leyes, debe merecer un castigo de acuerdo con la infracción, evidentemente dentro del marco de los derechos humanos, los que deben ser respetados en todo país que haya firmado cualquier ordenamiento jurídico internacional en materia de derechos humanos.

Pero el respeto hacia los derechos básicos de toda persona no implica la obligación de permitir que los dreamers y sus familias permanezcan en Estados Unidos cuando ingresaron a ese país de manera ilegal, como tampoco significa que en México se les reciba con oportunidades que también merecen muchos mexicanos que han permanecido toda su vida en el país.

A mi juicio, los programas de reintegración de los dreamers a la sociedad mexicana deberían basarse en el mérito. Debería hacerse una selección minuciosa de quiénes sí merecen la oportunidad de obtener becas en las escuelas y universidades de mayor prestigio y de quiénes sí son aptos para ingresar a la vida laboral con oportunidades que le son negadas a muchos otros mexicanos. No todos los dreamers son admirables, como tampoco todos son delincuentes.

Y ya que el gobierno mexicano está tratando de compensar a los dreamers por haberlos "orillado" a escapar de este país por la falta de oportunidades, la mitad de las becas y empleos destinados a los dreamers, debería ser facilitada para jóvenes de poblaciones indígenas, también con un proceso de selección basado en el mérito. No hay que ser faroles de la calle, manteniendo la penumbra en casa.

Si ustedes creen que los dreamers merecen ayuda y quieren ayudarlos, eso es perfecto. Pero lo que defnitivamente no es correcto, es demandar apoyo de toda la población mexicana ni señalar a quienes no consideren que estos jóvenes merecen tantos privilegios. Al final, cada quien debe luchar por lo que considera justo y hacer equipo con los que piensen de la misma forma, respetando a quienes decidan enfocar su energía en apoyar a una causa diversa. Porque definitivamente no es un deber de la sociedad civil, ni siquiera del gobierno, favorecer tan desproporcionadamente a jóvenes que violaron las leyes de migración y que únicamente vuelven a este país forzados por el gobierno de la nación en la que en verdad quieren estar.

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