viernes, 22 de septiembre de 2017

Terremoto CDMX 2017: la otra cara del desastre




NOTA: No es mi intención "politizar" ni hablar mal de un frente político o del otro; mi intención es simplemente mostrar un cúmulo de verdades, reprochar al gobierno la falta de eficiencia y eficacia en sus decisiones y abrir los ojos del pueblo a la gravedad del terremoto del 19 de septiembre, pero de 2017.

El mundo entero tiene conocimiento de la gravedad del terremoto que azotó la Ciudad de México el pasado martes 19 de septiembre de 2017. Lo que el mundo entero desconoce y que muchos mexicanos ignoran, es que no sólo la Ciudad de México resultó afectada, sino que, dado que el epicentro fue en los límites de Morelos y Puebla, algunas comunidades de Puebla resultaron bastante afectadas, mientras que muchas poblaciones de Morelos reportan daños graves con una alta cifra de víctimas.

Resulta lógico que la gente del interior de la República y que quienes sólo escuchan las noticias no tengan idea de lo anterior, porque los medios se han centrado en puntos muy específicos de la Ciudad de México, escondiendo la verdadera cara de este terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter, que dejó un mar de devastación por distintos puntos de la ciudad.

Milpa Alta, Xochimilco, Villa Coapa; zonas muy al sur de la Ciudad de México donde por décadas se creyó que no afectaría un terremoto, fueron golpeadas de una forma impresionante. Si el TEC de Monterrey Campus Ciudad de México y el Colegio Rébsamen reportan daños gravísimos, obviamente hay casas, edificios, comercios y demás construcciones por la zona que también los presentan. Galerías Coapa, distintos almacenes comerciales, casas, edificios particulares, quedaron destrozados o están en grave peligro de colapso después de tan fuerte sismo.

 
Imágenes de algunos de los daños en Villa Coapa.


Las colonias Del Valle, Portales y Narvarte, en la delegación Benito Juárez, fueron brutalmente afectadas por el pasado sismo. Hay zonas acordonadas por todos lados ante el riesgo de colapso de más y más edificios que reportan graves daños estructurales. Hay muchos edificios caídos. Hay más víctimas de las que se nos está diciendo.

Contrario a lo sucedido en 1985, cuando la sociedad civil se unió y rescató muchas personas vivas, cuando millones de civiles con sus propias manos rescataron personas, vivas y fallecidas, de entre los escombros, gracias al ineficaz Plan MX, en esta ocasión, la intervención de las fuerzas armadas ha entorpecido las labores de ayuda y se han tomado decisiones que aniquilan las esperzanzas de aquellos que siguen esperando tener noticias de sus seres queridos, ya sea para abrazarlos o para darles una digana despedida.

No culpo a las fuerzas armadas; en los años recientes, han sido capacitadas para la lucha contra el narcotráfico, llegando a imputárseles atrocidades cometidas durante su misión en esa lucha. Han perdido en gran parte su humanidad y su capacidad de empatía. Lo anterior, claro, con excepción de los binomios caninos, a quienes debemos un alto porcentaje de los rescates. El ejército mexicano, deformado durante el sexenio pasado, no es lo que era antes: el mejor aliado del mundo entero ante desastres naturales.

En realidad, culpo a un gobierno mediocre y a la avaricia de los actores políticos. Y por gobierno me refiero al Poder Ejecutivo, tanto federal como local, y al Poder Legislativo federal. No sólo han tomado decisiones completamente erradas, sino que han insultado a la sociedad mexicana con sus acciones.

Es bien sabido que en México no existe cosa tal como la libertad de expresión en relación a los medios de comunicación, sino que desde el gobierno se les indica sobre qué hablar y qué callar; se ha sabido de asesinatos de muchos periodistas, así que queda claro cómo funciona. Por eso no sabemos la realidad de lo que está sucediendo en puntos como Xochimilco, VIlla Coapa, Portales, Narvarte y del Valle.

Es bien sabido que la Cámara de Diputados es la encargada de las leyes en materia de dinero y que se regalan cantidades exorbitantes de dinero cada que se les da la gana, así como que sus salarios son excesivos. Pero los señores tienen a bien exhibirse como la porquería que son, levantando pequeños carteles en los que dejan asentada su negación a donar a los damnificados. Los señores tienen a bien decir que no pueden modificar la ley para reasignar presupuesto de las campañas electorales al fondo para desastres. Además de ser ignorantes y corruptos, son el colmo del descaro y del egoísmo.



Y es que en las campañas electorales tenemos la razón de por qué el gobierno está fallando de esa forma tan cruel y a la vez por qué quiere aparentar preocupación por la sociedad: las elecciones y el año de Hidalgo. 

Todos los mexicanos sabemos que el año anterior a las elecciones presidenciales se conoce también como el "año de Hidalgo, p...ejo el que deje algo". Y obviamente, es el año en el que los políticos tienen su última oportunidad para ordeñar el presupuesto que les fue asignado, para robar de aquí y de allá para retirarse o para pagar sus campañas para un puesto de mayor jerarquía. Pero también tienen que quedar bien con la sociedad, porque ya en las elecciones pasadas se vio el hartazgo de los mexicanos y si no fingen que realmente se preocupan por la sociedad, es posible que el hartazgo sea mayor y la próxima vez no toleremos sus fraudes electorales ni dedazos ni todo eso que durante décadas les hemos permitido sin hacer mayor ruido al respecto.

No, señores, no es que uno ande "politizando", es que todos los actores políticos están aprovechándose de la situación para hacer su agosto en pleno septiembre rojo. Desde el 85 sabemos que se roban las donaciones y luego aparecen en las canastas básicas con las que compran votos. Desde el 85 sabemos que el gobierno es inútil y que más ayudan con dejar a la sociedad civil organizarse como sólo los mexicanos sabemos organizarnos ante el desastre.

No es politizar afirmar que, de lo visto hasta ahora, de lo que hemos vivido como habitantes de las zonas de desastre, el Plan MX es un verdadero y rotundo fracaso que no sólo derriba edificios con premura, sino también derriba las esperanzas, el sentido de hermandad y la unión entre los mexicanos. El ambiente en el 85 fue más desolador y a la vez más esperanzador del ambiente que estamos viviendo hoy en la Ciudad de México. 

Por todo lo anterior, quiero pedirles a nuestros hermanos mexicanos de entidades distintas a las afectadas, que no se metan en lo que no saben, que se informen de la realidad, que no defiendan a la clase política, porque es muy fácil hablar desde la comodidad de sus casas a cientos de kilómetros de la zona afectada.

Le pido a los actores políticos en nuestro país, muy en especial a los partidos políticos, que hagan campaña desde ahora, con hechos y no con palabras y carteles que se van a la basura. Legitimen los dedazos, legitimen los fraudes ayudando de verdad a la sociedad que los necesita. Aprovechen el momento para recuperar la confianza de la sociedad, pero no se aprovechen de la buena fe de quienes están donando, que México no olvida y, si bien hasta ahora ha perdonado, no esperen que siempre sea así.

También quiero pedirle a nuestros hermanos de otras naciones donar únicamente para los estados de Morelos, Oaxaca y Chiapas. Aquí en la Ciudad de México tenemos suficiente, se está donando constantemente y ya se lo están empezando a robar para fines políticos. Las otras comunidades están completamente abandonadas por el gobierno, ellos son quienes los necesitan.

Y a todos mis queridos paisanos chilangos y a los hermanos morelenses, les ruego que no dejen de informar a través de redes sociales, que no dejen de luchar y que hagamos comunidad entre nosotros. Los chilangos estamos con ustedes. Así que fuerza Morelos, fuerza Ciudad de México, ¡FUERZA MÉXICO!

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