Nota: La siguiente publicación es únicamente una reflexión basada en los recuerdos, en las experiencias; todavía no he realizado una investigación formal al respecto, sino que es únicamente una opinión.
Mi familia entera ha vivido toda la vida en la Delegación Benito Juárez. Todavía puedo recordar cuando era una delegación con colonias muy tranquilas y seguras; colonias de muchas casas y pocos edificios, pocos comercios. Era una delegación con casas y casas viejas, grandes, algunas hasta majestuosas, pero tan bien construidas, que la afectación del terremoto del 85 no fue tan catastrófica como lo es hoy en día, salvo en las colonias que se encuentran más hacia el centro de la ciudad.
Hasta el pasado martes, existía la creencia que del Eje de Eugenia hacia el sur, la posibilidad de afectación por terremoto era mínima. Quizá porque muchos seguíamos viviendo en la época de las casas, sin recordar claramente las razones por las que en múltiples ocasiones nos manifestamos y opusimos resistencia a que se construyeran tantos edificios multifamiliares, muchos de los cuales, hoy son zona de desastre, curiosamente, en el área de Eugenia y Gabriel Mancera.
Por eso, es hora de refrescar la memoria y recordar los cierres a vialidades importantes porque no queríamos construcciones tan riesgosas para nuestras colonias. Es hora de recordar las múltiples denuncias que acabaron en suspensión de labores de varias construcciones de edificios multifamiliares. Es hora de recordar cómo de la noche a la mañana se quitaron los sellos de la suspensión y se reanudaron los trabajos de construcción como si nada, y es hora de abrir los ojos respecto del gobierno delegacional.
Señores, todas las disposiciones legales tienen una razón de ser y en teoría, su finalidad es buscar la protección del orden en la sociedad. Creo que hoy queda muy claro que el reglamento de contrucción de la Ciudad de México no es una herramienta para favorecer a unos o a otros, sino para establecer lineamientos de construcción que prevengan tragedias como las que hemos vivido desde el pasado martes. La finalidad del reglamento de construcción es salvar viviendas, salvar vidas, especialmente después del terremoto del 85.
Pero estamos olvidando algo: existe también legislación relativa a los asentamientos humanos, es decir, legislación del uso de suelo. Y hasta principios de este siglo, esa legislación nos decía que no se podían realizar cierto tipo de construcciones en la Delegación Benito Juárez, sino que las construcciones debían ser de una altura máxima, de un peso máximo y establecía muchos límites para la construcción de los enormes complejos comerciales que han abarrotado la delegación. Así que no sólo es culpa del gobierno delegacional, sino que hay mucho más por detrás que se nos está olvidando.
Si bien muchas de las disposiciones legales se modificaron con el fin de proporcionar opciones de vivienda en esta demarcación a personas que tardaban horas en trasladarse desde sus hogares hasta sus trabajos y centros de estudio, la realidad es que existe una alta posibilidad de que se haya comerciado con ello y la verdad detrás de vender comodidad haya sido la insaciable avaricia de la industria inmobiliaria que logró hacer bien su política y convenció a los gobernantes de que no pasaría nada.
Muchos de los habitantes recién llegados a la Delegación Benito Juárez no entienden y hasta agreden a los que hemos vivido aquí durante décadas, cuando nos oponemos a la constucción de un nuevo edificio, cuando hacemos campaña civil invitando a votar por un partido distinto al que por décadas ha gobernado en esta delegación. Y no es mi intención hacer política, sino hacerle ver a todos los recién llegados que su vida puede estar en riesgo y que han sacrificado seguridad por comodidad.
Para colmo, los precios de la vivienda en Benito Juárez resultan excesivos para la opinión popular: un departamento de sesenta metros cuadrados puede llegar a costar más de dos millones de pesos, cuando en la zona de interlomas, un departamento de doscientos metros cuadrados llega a costar apenas dos millones y medio. Y hasta el momento no tengo conocimiento de edificios colapsados en esa zona. Sólo por poner un ejemplo.
Entonces, considero de suma relevancia que, una vez que se hayan atendido las emergencias, los habitantes de la Delegación Benito Juárez nos unamos para exigir a las autoridades una revisión a la legislación en materia de construcciones y asentamientos humanos, porque necesitamos distribuir mejor a la población, porque necesitamos que las construcciones se apeguen estrictamente a los lineamientos oficiales. No creo que nadie quiera vivir con el miedo de que el siguiente edificio en derrumbarse sea el suyo.
Incluso, si lo llevo al extremo, me parecería sumamente importante ayudar entre todos a los vecinos que perdieron sus hogares, para que encuentren una vivienda más segura en otro lugar, y que los espacios donde estaban los edificios que colapsaron, mientras sea posible, se destinen a edificaciones de mayor seguridad, como podría ser casas habitación o locales comerciales de menor altura, o quizá hasta nuevos edificios, pero de menor altura y mejor construidos. Pero, insisto, es sólo una idea muy personal.
Lo que es un hecho, es que no sólo estarían en riesgo quienes compren un departamento en uno de los nuevos edificios, sino que ante un eventual colapso del edificio, es posible que las viviendas aledañas también estén en riesgo. Por eso resulta sumamente importante que entre todos vigilemos las construcciones y denunciemos posibles irregularidades, incluso denunciar los posibles actos de corrupción en torno a esas construcciones, porque ya vimos que no se trata únicamente de un capricho, de la inconformidad con que vengan a sobrepoblar la delegación, sino que pueden haber muchas vidas en juego.
Y precismanete por esto último, es necesario que hagamos un llamado a las autoridades, no sólo para que se encarguen de que las construcciones se realicen con estricto apego al reglamento, sino para que desde el momento en que otorguen el permiso de construcción se aseguren de que ésta no representará un peligro que después la sociedad le pueda reprochar. Porque sí, en materia de construcciones, el gobierno sí resulta responsable desde el momento en que da el permiso.
Quiero creer que es posible erradicar la corrupción y considero que es de suma importancia luchar por erradicarla de tajo en cuestiones de construcción, insisto, porque hay vidas involucradas en ello. Pero se necesita mucha participación de la sociedad, no con denuncias individuales que nunca prosperan, sino de grupos de vecinos que se hagan apoyar por un grupo de abogados especialistas y quizá hasta de ingenieros estructuralistas, para que así denuncien y ofrezcan pruebas para que la autoridad no pueda encontrar lagunas o pequeños huecos de oportunidad.
También es hora de hacer un recuento objetivo de las cosas buenas y las cosas malas que nos ha traído el gobierno en la Delegación Benito Juárez, no sólo el actual, sino todos los del partido que ha reinado durante tantos y tantos años aquí. Y ese balance no lo podemos hacer desde la conveniencia, sino que hay que realizarlo pensando en cuánto nos ha dado, cuánto nos ha quitado y cuánto nos ha arriesgado. ¿Necesitábamos hechos palpables de cómo la sobrepoblación ha afectado a la Delegación Benito Juárez? Si no les bastó con la delincuencia que se ha disparado, sólo vean los escombros y recuerden a las víctimas del 19 de septiembre de 2017.
Quizá sea hora de un cambio. Tal vez no y tan sólo hay que exigir con mayor dureza al gobierno delegacional. Lo que definitivamente queda claro es que tenemos que hacer comunidad y ver por nuestra seguridad, en todos los ámbitos.
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