lunes, 25 de septiembre de 2017

19S: la corrupción como presunta responsable de la tragedia en Benito Juárez




Nota: La siguiente publicación es únicamente una reflexión basada en los recuerdos, en las experiencias; todavía no he realizado una investigación formal al respecto, sino que es únicamente una opinión.


Mi familia entera ha vivido toda la vida en la Delegación Benito Juárez. Todavía puedo recordar cuando era una delegación con colonias muy tranquilas y seguras; colonias de muchas casas y pocos edificios, pocos comercios. Era una delegación con casas y casas viejas, grandes, algunas hasta majestuosas, pero tan bien construidas, que la afectación del terremoto del 85 no fue tan catastrófica como lo es hoy en día, salvo en las colonias que se encuentran más hacia el centro de la ciudad.

Hasta el pasado martes, existía la creencia que del Eje de Eugenia hacia el sur, la posibilidad de afectación por terremoto era mínima. Quizá porque muchos seguíamos viviendo en la época de las casas, sin recordar claramente las razones por las que en múltiples ocasiones nos manifestamos y opusimos resistencia a que se construyeran tantos edificios multifamiliares, muchos de los cuales, hoy son zona de desastre, curiosamente, en el área de Eugenia y Gabriel Mancera.

Por eso, es hora de refrescar la memoria y recordar los cierres a vialidades importantes porque no queríamos construcciones tan riesgosas para nuestras colonias. Es hora de recordar las múltiples denuncias que acabaron en suspensión de labores de varias construcciones de edificios multifamiliares. Es hora de recordar cómo de la noche a la mañana se quitaron los sellos de la suspensión y se reanudaron los trabajos de construcción como si nada, y es hora de abrir los ojos respecto del gobierno delegacional.

Señores, todas las disposiciones legales tienen una razón de ser y en teoría, su finalidad es buscar la protección del orden en la sociedad. Creo que hoy queda muy claro que el reglamento de contrucción de la Ciudad de México no es una herramienta para favorecer a unos o a otros, sino para establecer lineamientos de construcción que prevengan tragedias como las que hemos vivido desde el pasado martes. La finalidad del reglamento de construcción es salvar viviendas, salvar vidas, especialmente después del terremoto del 85.

Pero estamos olvidando algo: existe también legislación relativa a los asentamientos humanos, es decir, legislación del uso de suelo. Y hasta principios de este siglo, esa legislación nos decía que no se podían realizar cierto tipo de construcciones en la Delegación Benito Juárez, sino que las construcciones debían ser de una altura máxima, de un peso máximo y establecía muchos límites para la construcción de los enormes complejos comerciales que han abarrotado la delegación. Así que no sólo es culpa del gobierno delegacional, sino que hay mucho más por detrás que se nos está olvidando.

Si bien muchas de las disposiciones legales se modificaron con el fin de proporcionar opciones de vivienda en esta demarcación a personas que tardaban horas en trasladarse desde sus hogares hasta sus trabajos y centros de estudio, la realidad es que existe una alta posibilidad de que se haya comerciado con ello y la verdad detrás de vender comodidad haya sido la insaciable avaricia de la industria inmobiliaria que logró hacer bien su política y convenció a los gobernantes de que no pasaría nada. 


Muchos de los habitantes recién llegados a la Delegación Benito Juárez no entienden y hasta agreden a los que hemos vivido aquí durante décadas, cuando nos oponemos a la constucción de un nuevo edificio, cuando hacemos campaña civil invitando a votar por un partido distinto al que por décadas ha gobernado en esta delegación. Y no es mi intención hacer política, sino hacerle ver a todos los recién llegados que su vida puede estar en riesgo y que han sacrificado seguridad por comodidad.

Para colmo, los precios de la vivienda en Benito Juárez resultan excesivos para la opinión popular: un departamento de sesenta metros cuadrados puede llegar a costar más de dos millones de pesos, cuando en la zona de interlomas, un departamento de doscientos metros cuadrados llega a costar apenas dos millones y medio. Y hasta el momento no tengo conocimiento de edificios colapsados en esa zona. Sólo por poner un ejemplo.

Entonces, considero de suma relevancia que, una vez que se hayan atendido las emergencias, los habitantes de la Delegación Benito Juárez nos unamos para exigir a las autoridades una revisión a la legislación en materia de construcciones y asentamientos humanos, porque necesitamos distribuir mejor a la población, porque necesitamos que las construcciones se apeguen estrictamente a los lineamientos oficiales. No creo que nadie quiera vivir con el miedo de que el siguiente edificio en derrumbarse sea el suyo.

Incluso, si lo llevo al extremo, me parecería sumamente importante ayudar entre todos a los vecinos que perdieron sus hogares, para que encuentren una vivienda más segura en otro lugar, y que los espacios donde estaban los edificios que colapsaron, mientras sea posible, se destinen a edificaciones de mayor seguridad, como podría ser casas habitación o locales comerciales de menor altura, o quizá hasta nuevos edificios, pero de menor altura y mejor construidos. Pero, insisto, es sólo una idea muy personal.

Lo que es un hecho, es que no sólo estarían en riesgo quienes compren un departamento en uno de los nuevos edificios, sino que ante un eventual colapso del edificio, es posible que las viviendas aledañas también estén en riesgo. Por eso resulta sumamente importante que entre todos vigilemos las construcciones y denunciemos posibles irregularidades, incluso denunciar los posibles actos de corrupción en torno a esas construcciones, porque ya vimos que no se trata únicamente de un capricho, de la inconformidad con que vengan a sobrepoblar la delegación, sino que pueden haber muchas vidas en juego.


Y precismanete por esto último, es necesario que hagamos un llamado a las autoridades, no sólo para que se encarguen de que las construcciones se realicen con estricto apego al reglamento, sino para que desde el momento en que otorguen el permiso de construcción se aseguren de que ésta no representará un peligro que después la sociedad le pueda reprochar. Porque sí, en materia de construcciones, el gobierno sí resulta responsable desde el momento en que da el permiso.

Quiero creer que es posible erradicar la corrupción y considero que es de suma importancia luchar por erradicarla de tajo en cuestiones de construcción, insisto, porque hay vidas involucradas en ello. Pero se necesita mucha participación de la sociedad, no con denuncias individuales que nunca prosperan, sino de grupos de vecinos que se hagan apoyar por un grupo de abogados especialistas y quizá hasta de ingenieros estructuralistas, para que así denuncien y ofrezcan pruebas para que la autoridad no pueda encontrar lagunas o pequeños huecos de oportunidad.

También es hora de hacer un recuento objetivo de las cosas buenas y las cosas malas que nos ha traído el gobierno en la Delegación Benito Juárez, no sólo el actual, sino todos los del partido que ha reinado durante tantos y tantos años aquí. Y ese balance no lo podemos hacer desde la conveniencia, sino que hay que realizarlo pensando en cuánto nos ha dado, cuánto nos ha quitado y cuánto nos ha arriesgado. ¿Necesitábamos hechos palpables de cómo la sobrepoblación ha afectado a la Delegación Benito Juárez? Si no les bastó con la delincuencia que se ha disparado, sólo vean los escombros y recuerden a las víctimas del 19 de septiembre de 2017.

Quizá sea hora de un cambio. Tal vez no y tan sólo hay que exigir con mayor dureza al gobierno delegacional. Lo que definitivamente queda claro es que tenemos que hacer comunidad y ver por nuestra seguridad, en todos los ámbitos.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Terremoto CDMX 2017: la otra cara del desastre




NOTA: No es mi intención "politizar" ni hablar mal de un frente político o del otro; mi intención es simplemente mostrar un cúmulo de verdades, reprochar al gobierno la falta de eficiencia y eficacia en sus decisiones y abrir los ojos del pueblo a la gravedad del terremoto del 19 de septiembre, pero de 2017.

El mundo entero tiene conocimiento de la gravedad del terremoto que azotó la Ciudad de México el pasado martes 19 de septiembre de 2017. Lo que el mundo entero desconoce y que muchos mexicanos ignoran, es que no sólo la Ciudad de México resultó afectada, sino que, dado que el epicentro fue en los límites de Morelos y Puebla, algunas comunidades de Puebla resultaron bastante afectadas, mientras que muchas poblaciones de Morelos reportan daños graves con una alta cifra de víctimas.

Resulta lógico que la gente del interior de la República y que quienes sólo escuchan las noticias no tengan idea de lo anterior, porque los medios se han centrado en puntos muy específicos de la Ciudad de México, escondiendo la verdadera cara de este terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter, que dejó un mar de devastación por distintos puntos de la ciudad.

Milpa Alta, Xochimilco, Villa Coapa; zonas muy al sur de la Ciudad de México donde por décadas se creyó que no afectaría un terremoto, fueron golpeadas de una forma impresionante. Si el TEC de Monterrey Campus Ciudad de México y el Colegio Rébsamen reportan daños gravísimos, obviamente hay casas, edificios, comercios y demás construcciones por la zona que también los presentan. Galerías Coapa, distintos almacenes comerciales, casas, edificios particulares, quedaron destrozados o están en grave peligro de colapso después de tan fuerte sismo.

 
Imágenes de algunos de los daños en Villa Coapa.


Las colonias Del Valle, Portales y Narvarte, en la delegación Benito Juárez, fueron brutalmente afectadas por el pasado sismo. Hay zonas acordonadas por todos lados ante el riesgo de colapso de más y más edificios que reportan graves daños estructurales. Hay muchos edificios caídos. Hay más víctimas de las que se nos está diciendo.

Contrario a lo sucedido en 1985, cuando la sociedad civil se unió y rescató muchas personas vivas, cuando millones de civiles con sus propias manos rescataron personas, vivas y fallecidas, de entre los escombros, gracias al ineficaz Plan MX, en esta ocasión, la intervención de las fuerzas armadas ha entorpecido las labores de ayuda y se han tomado decisiones que aniquilan las esperzanzas de aquellos que siguen esperando tener noticias de sus seres queridos, ya sea para abrazarlos o para darles una digana despedida.

No culpo a las fuerzas armadas; en los años recientes, han sido capacitadas para la lucha contra el narcotráfico, llegando a imputárseles atrocidades cometidas durante su misión en esa lucha. Han perdido en gran parte su humanidad y su capacidad de empatía. Lo anterior, claro, con excepción de los binomios caninos, a quienes debemos un alto porcentaje de los rescates. El ejército mexicano, deformado durante el sexenio pasado, no es lo que era antes: el mejor aliado del mundo entero ante desastres naturales.

En realidad, culpo a un gobierno mediocre y a la avaricia de los actores políticos. Y por gobierno me refiero al Poder Ejecutivo, tanto federal como local, y al Poder Legislativo federal. No sólo han tomado decisiones completamente erradas, sino que han insultado a la sociedad mexicana con sus acciones.

Es bien sabido que en México no existe cosa tal como la libertad de expresión en relación a los medios de comunicación, sino que desde el gobierno se les indica sobre qué hablar y qué callar; se ha sabido de asesinatos de muchos periodistas, así que queda claro cómo funciona. Por eso no sabemos la realidad de lo que está sucediendo en puntos como Xochimilco, VIlla Coapa, Portales, Narvarte y del Valle.

Es bien sabido que la Cámara de Diputados es la encargada de las leyes en materia de dinero y que se regalan cantidades exorbitantes de dinero cada que se les da la gana, así como que sus salarios son excesivos. Pero los señores tienen a bien exhibirse como la porquería que son, levantando pequeños carteles en los que dejan asentada su negación a donar a los damnificados. Los señores tienen a bien decir que no pueden modificar la ley para reasignar presupuesto de las campañas electorales al fondo para desastres. Además de ser ignorantes y corruptos, son el colmo del descaro y del egoísmo.



Y es que en las campañas electorales tenemos la razón de por qué el gobierno está fallando de esa forma tan cruel y a la vez por qué quiere aparentar preocupación por la sociedad: las elecciones y el año de Hidalgo. 

Todos los mexicanos sabemos que el año anterior a las elecciones presidenciales se conoce también como el "año de Hidalgo, p...ejo el que deje algo". Y obviamente, es el año en el que los políticos tienen su última oportunidad para ordeñar el presupuesto que les fue asignado, para robar de aquí y de allá para retirarse o para pagar sus campañas para un puesto de mayor jerarquía. Pero también tienen que quedar bien con la sociedad, porque ya en las elecciones pasadas se vio el hartazgo de los mexicanos y si no fingen que realmente se preocupan por la sociedad, es posible que el hartazgo sea mayor y la próxima vez no toleremos sus fraudes electorales ni dedazos ni todo eso que durante décadas les hemos permitido sin hacer mayor ruido al respecto.

No, señores, no es que uno ande "politizando", es que todos los actores políticos están aprovechándose de la situación para hacer su agosto en pleno septiembre rojo. Desde el 85 sabemos que se roban las donaciones y luego aparecen en las canastas básicas con las que compran votos. Desde el 85 sabemos que el gobierno es inútil y que más ayudan con dejar a la sociedad civil organizarse como sólo los mexicanos sabemos organizarnos ante el desastre.

No es politizar afirmar que, de lo visto hasta ahora, de lo que hemos vivido como habitantes de las zonas de desastre, el Plan MX es un verdadero y rotundo fracaso que no sólo derriba edificios con premura, sino también derriba las esperanzas, el sentido de hermandad y la unión entre los mexicanos. El ambiente en el 85 fue más desolador y a la vez más esperanzador del ambiente que estamos viviendo hoy en la Ciudad de México. 

Por todo lo anterior, quiero pedirles a nuestros hermanos mexicanos de entidades distintas a las afectadas, que no se metan en lo que no saben, que se informen de la realidad, que no defiendan a la clase política, porque es muy fácil hablar desde la comodidad de sus casas a cientos de kilómetros de la zona afectada.

Le pido a los actores políticos en nuestro país, muy en especial a los partidos políticos, que hagan campaña desde ahora, con hechos y no con palabras y carteles que se van a la basura. Legitimen los dedazos, legitimen los fraudes ayudando de verdad a la sociedad que los necesita. Aprovechen el momento para recuperar la confianza de la sociedad, pero no se aprovechen de la buena fe de quienes están donando, que México no olvida y, si bien hasta ahora ha perdonado, no esperen que siempre sea así.

También quiero pedirle a nuestros hermanos de otras naciones donar únicamente para los estados de Morelos, Oaxaca y Chiapas. Aquí en la Ciudad de México tenemos suficiente, se está donando constantemente y ya se lo están empezando a robar para fines políticos. Las otras comunidades están completamente abandonadas por el gobierno, ellos son quienes los necesitan.

Y a todos mis queridos paisanos chilangos y a los hermanos morelenses, les ruego que no dejen de informar a través de redes sociales, que no dejen de luchar y que hagamos comunidad entre nosotros. Los chilangos estamos con ustedes. Así que fuerza Morelos, fuerza Ciudad de México, ¡FUERZA MÉXICO!